Malva Marani
La Navidad, además de caros regalos, imágenes de Papa Noel esparcidas por todas las vidrieras y algún que otro pesebre que le rinde culto a la esencia de la celebración, está de algún modo también conformada por un sentir particular que comienza en los días previos a la Nochebuena y se extiende incluso hasta el comienzo del Año Nuevo. Estamos hablando de lo que ha dado en llamarse el "espíritu navideño", que muchos relacionarán más fácilmente con una actitud cotidiana propensa a emociones positivas como la felicidad y el placer pero también con la nostalgia de encuentros y desencuentros. Lo cierto es que un nuevo estudio publicado esta semana en la edición navideña del British Medical Journal decidió darle un origen más científico a este sentir al intentar localizarlo dentro del cerebro.
¿Qué se descubrió?
La Navidad, además de caros regalos, imágenes de Papa Noel esparcidas por todas las vidrieras y algún que otro pesebre que le rinde culto a la esencia de la celebración, está de algún modo también conformada por un sentir particular que comienza en los días previos a la Nochebuena y se extiende incluso hasta el comienzo del Año Nuevo. Estamos hablando de lo que ha dado en llamarse el "espíritu navideño", que muchos relacionarán más fácilmente con una actitud cotidiana propensa a emociones positivas como la felicidad y el placer pero también con la nostalgia de encuentros y desencuentros. Lo cierto es que un nuevo estudio publicado esta semana en la edición navideña del British Medical Journal decidió darle un origen más científico a este sentir al intentar localizarlo dentro del cerebro.
¿Qué se descubrió?
Aún con ciertos reparos sobre el hallazgo, los responsables del trabajo –un grupo de neurólogos del Hospital Rigshospitalet, perteneciente a la Universidad de Copenhague, Dinamarca– determinaron que existe una red cerebral vinculada al "espíritu navideño", comprendida por áreas de la corteza motora sensorial, la corteza premotora y la motora primaria y el lóbulo parietal (inferior y superior), asociadas según los expertos a la espiritualidad, la satisfacción o los sentidos, entre otras muchas funciones.
Según el estudio, además, esta red tiene una actividad significativamente mayor en las personas que celebran Navidad que en aquellas que no tienen tradición de esta festividad.
Una curiosidad del estudio, antes de explicitar su metodología, tiene que ver con uno de los objetivos de los investigadores. "En todo el mundo se estima que millones de personas son propensas a mostrar deficiencias en su ‘espíritu navideño’ después de muchos años de celebrar Navidad. Nos referimos a esto como el síndrome del ‘bah humbug’ (NdeR: una expresión nacida de una novela de Charles Dickens que se relaciona con el disgusto por esta época festiva). La localización precisa del ‘espíritu navideño’ es un primer paso fundamental para ayudar a este grupo de pacientes", explica la introducción del trabajo.
La muestra, por su parte, no se jacta de ser un número significativo. El estudio se realizó con 20 participantes divididos en dos grupos de diez personas: el "grupo Navidad" estaba integrado por daneses que celebran la festividad según la tradición de su país mientras que el "grupo anti Navidad" estaba conformado por paquistaníes, indios, iraquíes, turcos o descendientes de paquistaníes nacidos en Dinamarca, que no siguen la tradición navideña. Y si bien ellos fueron los que respondieron a la metodología del trabajo -una serie de resonancias magnéticas funcionales que medían cómo reaccionaba su cerebro al ver imágenes relacionadas con la Navidad en comparación con otras sin componente navideño–, el descubrimiento es cuestionable a partir de otros seis participantes que fueron excluidos del proceso: se trataba de personas que tenían una fuerte conexión con la festividad a pesar de no tener tradición de celebrarla o carecían de sentidos positivos por la Navidad aún en entornos acostumbrados al festejo. Su exclusión, de algún modo, refleja una complejidad cultural difícil de ser subsumida en un cuestionario o una serie de imágenes.
De acuerdo con las hipótesis de los investigadores, los resultados de las pruebas mostraron que a los "navideños" se les activaban en un grado mayor las áreas cerebrales mencionadas como parte de esta red vinculada a la Navidad en relación con el grupo integrado por los que no celebran la festividad. Más allá del estudio, lo cierto es que la convivencia con este "espíritu navideño" es innegable, ya sea por la religión, el clima social o la ola de consumo. Como le explicó a Tiempo el doctor Harry Campos Cervera, médico psiquiatra y psicoanalista: "Esta actitud existe porque nadie está aislado de este proceso. La experiencia personal pesa pero tenemos experiencia cultural y esa pesa mucho. La idea de que el año termina, otro empieza y es hora de un balance está muy presente. A eso se le suma el valor religioso y el estar inmersos en un marketing de música alegre y productos navideños del que es muy difícil escapar." «
Por primera vez armará su arbolito
Más allá del estudio, lo que está claro es que todos conocen el “espíritu navideño”, aunque desde allí el camino sea diverso y para todos los gustos. Habrá quien lo relacione con el origen de esta festividad y el nacimiento de Jesucristo y alegue que ya no existe y también estará quien asegure que se hace visible en el abrumador rojo y blanco que invade los shopping a esta altura del año. Y, por supuesto, no faltarán quienes se muestran indiferentes y hasta agobiados por esta ola de felicidad, consumo y unión familiar.
Entre estos últimos se encuentra Walter, encargado de edificio y profesor de matemática, quien se define ante Tiempo con brevedad y precisión. “No, a mí no me preguntes, yo soy el Grinch”, explica entre risas la relación con el clásico personaje que odiaba la Navidad. “Veo a la gente distinta en la calle y, sobre todo, en lo que gasta… pero a mí no me cambia nada”, cuenta. Más allá de sus palabras, el “espíritu navideño” esta vez pudo con él: a pedido de su mujer y debido al nacimiento de su hijo Santino, esta será la primera Navidad en sus 45 años que su casa tendrá un arbolito.
"La gente se vuelve más espiritual"
"Sí, la verdad que yo me pongo re tonta con esto de la Navidad. Soy la parte espiritual de esta relación", asegura Clara, mientras lo mira a Alejandro, quien afirma con la cabeza que cualquier parecido con el "espíritu navideño" no tiene nada que ver con él. La pareja de colombianos que camina por Palermo y se toma un segundo para responder la inquietud de Tiempo refleja con claridad la convivencia tolerante entre quienes se funden en este ánimo navideño y quienes no pueden tomarlo en serio. "Hay un cambio de actitud. Independientemente de la religión, la gente se vuelve más abierta, espiritual y positiva", explica Clara, que también cuenta que en Barranquilla, ciudad oriunda de ambos, la Navidad se vive mucho más intensamente: no sólo se modifica el ánimo sino también aspectos como la vestimenta o la comida, e incluso el clima pareciera transformarse también para la celebración. "Para mí es algo que te venden. Desde noviembre empiezan a venderte ideas, colores e imágenes y terminas comprando tú también”, le retruca Alejandro, su pareja. "Puede ser, sí –responde ella-, pero al final tú también lo disfrutas".
Fenómenos celestes
El cielo de la Navidad tendrá en la Argentina características especiales este año: coincidirá con el momento de mayor aproximación de un asteroide y la entrada de la luna en fase llena. Se la podrá ver en el cielo, redonda, a las 8:11 del 25. Una Navidad con luna llena es algo que no ocurría desde hace 38 años y se repetirá 2034. En tanto, el asteroide SD220 estará a una distancia de 11 millones de kilómetros de nuestro planeta (28 veces la distancia entre la Tierra y la Luna). Sin riesgo alguno.
Según el estudio, además, esta red tiene una actividad significativamente mayor en las personas que celebran Navidad que en aquellas que no tienen tradición de esta festividad.
Una curiosidad del estudio, antes de explicitar su metodología, tiene que ver con uno de los objetivos de los investigadores. "En todo el mundo se estima que millones de personas son propensas a mostrar deficiencias en su ‘espíritu navideño’ después de muchos años de celebrar Navidad. Nos referimos a esto como el síndrome del ‘bah humbug’ (NdeR: una expresión nacida de una novela de Charles Dickens que se relaciona con el disgusto por esta época festiva). La localización precisa del ‘espíritu navideño’ es un primer paso fundamental para ayudar a este grupo de pacientes", explica la introducción del trabajo.
La muestra, por su parte, no se jacta de ser un número significativo. El estudio se realizó con 20 participantes divididos en dos grupos de diez personas: el "grupo Navidad" estaba integrado por daneses que celebran la festividad según la tradición de su país mientras que el "grupo anti Navidad" estaba conformado por paquistaníes, indios, iraquíes, turcos o descendientes de paquistaníes nacidos en Dinamarca, que no siguen la tradición navideña. Y si bien ellos fueron los que respondieron a la metodología del trabajo -una serie de resonancias magnéticas funcionales que medían cómo reaccionaba su cerebro al ver imágenes relacionadas con la Navidad en comparación con otras sin componente navideño–, el descubrimiento es cuestionable a partir de otros seis participantes que fueron excluidos del proceso: se trataba de personas que tenían una fuerte conexión con la festividad a pesar de no tener tradición de celebrarla o carecían de sentidos positivos por la Navidad aún en entornos acostumbrados al festejo. Su exclusión, de algún modo, refleja una complejidad cultural difícil de ser subsumida en un cuestionario o una serie de imágenes.
De acuerdo con las hipótesis de los investigadores, los resultados de las pruebas mostraron que a los "navideños" se les activaban en un grado mayor las áreas cerebrales mencionadas como parte de esta red vinculada a la Navidad en relación con el grupo integrado por los que no celebran la festividad. Más allá del estudio, lo cierto es que la convivencia con este "espíritu navideño" es innegable, ya sea por la religión, el clima social o la ola de consumo. Como le explicó a Tiempo el doctor Harry Campos Cervera, médico psiquiatra y psicoanalista: "Esta actitud existe porque nadie está aislado de este proceso. La experiencia personal pesa pero tenemos experiencia cultural y esa pesa mucho. La idea de que el año termina, otro empieza y es hora de un balance está muy presente. A eso se le suma el valor religioso y el estar inmersos en un marketing de música alegre y productos navideños del que es muy difícil escapar." «
Por primera vez armará su arbolito
Más allá del estudio, lo que está claro es que todos conocen el “espíritu navideño”, aunque desde allí el camino sea diverso y para todos los gustos. Habrá quien lo relacione con el origen de esta festividad y el nacimiento de Jesucristo y alegue que ya no existe y también estará quien asegure que se hace visible en el abrumador rojo y blanco que invade los shopping a esta altura del año. Y, por supuesto, no faltarán quienes se muestran indiferentes y hasta agobiados por esta ola de felicidad, consumo y unión familiar.
Entre estos últimos se encuentra Walter, encargado de edificio y profesor de matemática, quien se define ante Tiempo con brevedad y precisión. “No, a mí no me preguntes, yo soy el Grinch”, explica entre risas la relación con el clásico personaje que odiaba la Navidad. “Veo a la gente distinta en la calle y, sobre todo, en lo que gasta… pero a mí no me cambia nada”, cuenta. Más allá de sus palabras, el “espíritu navideño” esta vez pudo con él: a pedido de su mujer y debido al nacimiento de su hijo Santino, esta será la primera Navidad en sus 45 años que su casa tendrá un arbolito.
"La gente se vuelve más espiritual"
"Sí, la verdad que yo me pongo re tonta con esto de la Navidad. Soy la parte espiritual de esta relación", asegura Clara, mientras lo mira a Alejandro, quien afirma con la cabeza que cualquier parecido con el "espíritu navideño" no tiene nada que ver con él. La pareja de colombianos que camina por Palermo y se toma un segundo para responder la inquietud de Tiempo refleja con claridad la convivencia tolerante entre quienes se funden en este ánimo navideño y quienes no pueden tomarlo en serio. "Hay un cambio de actitud. Independientemente de la religión, la gente se vuelve más abierta, espiritual y positiva", explica Clara, que también cuenta que en Barranquilla, ciudad oriunda de ambos, la Navidad se vive mucho más intensamente: no sólo se modifica el ánimo sino también aspectos como la vestimenta o la comida, e incluso el clima pareciera transformarse también para la celebración. "Para mí es algo que te venden. Desde noviembre empiezan a venderte ideas, colores e imágenes y terminas comprando tú también”, le retruca Alejandro, su pareja. "Puede ser, sí –responde ella-, pero al final tú también lo disfrutas".
Fenómenos celestes
El cielo de la Navidad tendrá en la Argentina características especiales este año: coincidirá con el momento de mayor aproximación de un asteroide y la entrada de la luna en fase llena. Se la podrá ver en el cielo, redonda, a las 8:11 del 25. Una Navidad con luna llena es algo que no ocurría desde hace 38 años y se repetirá 2034. En tanto, el asteroide SD220 estará a una distancia de 11 millones de kilómetros de nuestro planeta (28 veces la distancia entre la Tierra y la Luna). Sin riesgo alguno.
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