DEPORTES
MIERCOLES 11 DE ABRIL DE 2012
Este martes el recién estrenado manager de los Miami Marlins regresó avergonzado al sur de Florida a dar la cara a la fanaticada, la plana mayor del equipo y a activistas del exilio cubano, tras la publicación en la revista Time de una entrevista en la que declaró su admiración por Fidel Castro. “Sólo Dios y mi familia saben lo difícil que han sido para mi estos días…estoy muy arrepentido “, dijo durante una dura rueda de prensa en la que un par de veces pareció a punto de romper en llanto.
Las 60 sillas de la sala de prensa de los Marlins fueron insuficientes para el más de un centenar de periodistas y decenas de cámaras de TV.
Dos policías presentes, en caso de que algún periodista de los medios de la ultraderecha cubana decidiera olvidarse de su profesionalismo. Aunque los máximos dirigentes del equipo estaban en el recinto, Guillén se presentó solo ante los medios, mientras hacía su mea culpa por haber “lastimado a la comunidad cubana y de otros países de Latinoamérica”, empezando por Venezuela. “Odio a Fidel Castro”, afirmó y calificó sus declaraciones de un error “estúpido”, motivado por su desconocimiento en profundidad del proceso cubano y las dificultades de comunicarse en un idioma que no es el propio.
“Nunca en mi vida he llorado tanto…llevó tres noches sin dormir…este es el peor error que he cometido en mi vida”, dijo el pelotero desde el nuevo estadio de los Marlins, situado justamente en la zona de mayor concentración de cubanos en Miami: La Pequeña Habana. Sus declaraciones fueron trasmitidas en una pantalla gigante en la parte exterior del estadio, dónde decenas de exiliados cubanos y un puñado de nicaragüenses demandaban su renuncia.
Antes de comenzar la conferencia de prensa, los Marlins repartieron un comunicado en el que anunciaron que Guillén sería suspendido por cinco juegos. Aunque recibirá su salario, será donado a organizaciones de caridad. “Acepto la sanción y estoy triste porque no podré estar con el equipo esos días”, declaró al respecto e informó que mañana conversará con el equipo para presentar a los jugadores sus disculpas “por haberlos puesto en esta posición”.
Ozzie, como se le conoce en Estados Unidos, es famoso por hablar sin los obligados filtros de una figura pública, pero esta vez parece haber entendido que está en problemas serios. Más allá de sus palabras, su cuerpo habla por él. Apareció ante los periodistas mal afeitado, con esas bolsas en los ojos que sólo da el insomnio, y bajando la cabeza a menudo. No es para menos, la comunidad cubana es la columna vertebral de Miami y representa una porción importante del voto. Este es un año electoral, por lo que los políticos locales se han sumado a la controversia y echado una considerable leña al fuego. Los sectores más extremos igualan a Castro con Hitler y son implacables con cualquiera que muestre la menor simpatía con el ex dirigente. Los medios miamenses aprovecharon para reflotar un video publicado en YouTube, en el que se oía “Viva Chávez” mientras Guillén mostraba con orgullo la bandera venezolana.
“Es un hipócrita y merece ir a vivir al infierno comunista que le gusta tanto”, declaró a El Nacional Justina Martínez, quien dice que en los 32 años que lleva en Estados Unidos no ha vuelto a ver a sus dos hijas. Esa mezcla de dolor con odio tan común en los exiliados políticos totalmente dirigida a Guillén. “Si es verdad que lloró, son lágrimas de cocodrilo”.
Guillén juró que no es chavista y repitió que jamás ha conocido en persona al gobernante venezolano. “Chavez le está haciendo el mismo daño a Venezuela que Fidel le ha hecho, y le está haciendo a Cuba”, subrayó.
Además de prometer que jamás volverá a hablar de política y que aprenderá a controlar lo que dice, Ozzie está en una especie de via crucis suplicando perdón. Antes de reunirse con la prensa, tuvo un encuentro con líderes de los poderosos grupos cubanos la Fundación Nacional Cubano Americana y las Damas de Blanco. “Tenía tanto bochorno que no podía ni mirarlos a los ojos”, dijo y contó que los activistas le habían informado a profundidad de la realidad cubana y los desmanes del régimen castrista. Les prometió que sería el mejor “venezolano-americano” y agregó que quiere poder vivir en la ciudad en la que espera morir “con la cabeza alta”.
“Yo no lloro fácil y lloré delante de ellos. Cuando lloro, lloro de verdad.”, dijo. Su pesadilla comenzó el sábado, cuando Time les adelantó el artículo. La entrevista había sido realizada en inglés durante el entrenamiento de verano en la ciudad de Jupiter, situada a unos 138 kilómetros al norte de Miami. No es que el inglés de Ozzie sea malo, pero su pronunciación y composición gramatical son las propias de alguien que aprendió de adulto y que no está inmerso constantemente en el mundo anglosajón. Aunque rechazó que el reportero de Time, el semanario periodístico de mayor circulación en el mundo, haya tergiversado sus declaraciones, Guillén aseguró que “quise decir algo en español y me salió mal en inglés”.
Extraoficialmente, fuentes de los Marlins reconocieron a El Nacional que tienen que hacer un trabajo importante para rehabilitar la imagen de Guillén en la ciudad, pero si los grupos más moderados del exilio cubano le han recibido ya es una buena señal. El alcalde de Miami, el nacido en Cuba Tomás Regalado, ya dijo que aceptaba las disculpas de Ozzie. También le ayudará si el equipo logra varias victorias y si consigue cumplir con su promesa de mantenerse callado en temas que vayan más allá del béisbol. Como él mismo dijo: “para perdonarme van a tener que ver mis actos, todos sabemos que las palabras se las lleva el viento”.
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