Imagen publicada en la revista Nature
Diego Suárez, un niño de tan sólo siete años e hijo de los geólogos chilenos Manuel Suárez y Rita de la Cruz, buscaba piedras llamativas por la región de Aysén cuando se topó con una sorpresa: un hueso de dinosaurio.
Pero no se trata de cualquier dinosaurio. Es una nueva especie que pertenece a la famosa familia de los tiranosaurios denominado 'Chilesaurus diegosuarezi'. A pesar de ser un pariente indudable de los grandes carnívoros, esta especie era herbívora.
Según detallan los padres de Diego y sus colegas chilenos, argentinos y británicos en un artículo de la revista 'Nature', las investigaciones en la zona les reportaron un gran número de fósiles y hasta cuatro esqueletos completos. Aunque el hallazgo ocurrió en febrero de 2004, los paleontólogos tardaron diez años en catalogarlo.
Tras una década de análisis, los científicos concluyeron que los 'Chilesaurus diegosuarezi', bautizados en honor a su descubridor, variaban en tamaño. Algunos tenían el tamaño de un pavo, mientras que otros llegaban a medir hasta tres metros de largo.
"Yo desde chico empecé a recolectar huesos de vaca, de oveja, conocía la textura. Como mis dos papás son geólogos, estaba acostumbrado", detalló Diego, quien ahora cuenta con 18 años, a BBC Mundo.
Un fósil pude cambiar la historia de la humanidad
Junto a sus padres volvieron al
lugar del hallazgo. Comenzaron a buscar y encontraron más vestigios de
lo que se convertiría en un hito de la paleontología latinoamericana.
Según los científicos, tanto el
cráneo y las patas como las mandíbulas y los dientes son característicos
de animales jurásicos que no cazaban ni comían carne.
La especie tiene 145 millones de
años, lo que también es una 'revolución' en la paleontología, pues hasta
ahora se pensaba que el modo de vida herbívoro había surgido en la
familia del tiranosaurio mucho más recientemente, muy cercano a su
extinción hace unos 65 millones de años.
Diego, que está terminando el
bachillerato y tiene planes de estudiar ingeniería, dice que quiere
seguir dedicándose a la paleontología como afición.
La noticia de que al dinosaurio lo
llamarían por su nombre se la comunicaron los investigadores hace un año
y, como era de imaginar, le llenó de orgullo.
"Es súperemocionante tener un dinosaurio con tu nombre pero lo mejor es que tenga el nombre de Chile", concluyó.
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