lunes, 23 de mayo de 2016

Con el espíritu de Rabinovich, Les Luthiers supo reinventarse.

Tras el adiós de Rabinovich, nunca estuvo en duda la continuidad de Leslu.
23 MAY 2016
El ahora sexteto presenta “Viejos Hazmerreíres” llenando el Gran Rex los fines de semana. Martín O’Connor, el reemplazante de Rabinovich, realiza un trabajo tan difícil como elogiable.
Podía haber sido el abismo y el final irreductible por no poder cubrir a un irreemplazable. Y habría sido más que entendible. Pero Les Luthiers asimiló el terrible golpe de perder a Daniel Rabinovich: dio un par de pasos hacia atrás, tambaleó, como es lógico y, luego de tomar impulso, volvió con todo al ruedo. Pocos imaginaban que Les Luthiers cobraría vida luego del último 21 de agosto, cuando murió Rabinovich.
Sin embargo, la agrupación que está cerca del medio siglo de existencia, se pudo reinventar con el espíritu del querido e inolvidable Daniel y llenar el Gran Rex, como viene sucediendo con la tercera temporada de “Viejos Hazmerreíres”, el espectáculo que tiene como hilo conductor a “Radio Tertulia”, aquel espacio de iluminado intercambio humorístico ahora entre Marcos Mundstock y Martín O’Connor, quien -hay que decirlo- suple a Rabinovich a la perfección. Porque el Ramírez que componía Daniel en ese desopilante ciclo radial parecía imposible de reemplazar. No obstante, tomando aquellos giros y gestos, O’Connor -que baila con la más fea, ¿o la más linda?-, sale más que airoso en esta cruzada.

Muchos seguidores de la masiva hinchada de Les Luthiers creían que lo más adecuado era “retirarse” después que se deshiciera la histórica formación: Mundstock, Maronna, López Puccio, Núñez Cortés y Rabinovich. Pero seguramente el propio Daniel, que había tenido varias ausencias por inconvenientes de salud, les habrá exigido a sus hermanos de la vida que Les Luthiers debía continuar.

Mundstock fue clarito al respecto: “Hay que saber disociar. Nosotros pudimos separar los tantos más allá del dolor que nos significó la enfermedad y la muerte de Daniel. Pero la continuidad de Les Luthiers nunca estuvo en duda”. “El escenario termina siendo un refugio”, completó O’Connor.

De alguna manera, seguir con las funciones y mantenerse en escena resultan para ellos una manera de vivir la vida con alegría. ¿O acaso, deberían estar en su casa, retirados, esperando vaya a saber qué? Lo real es que Les Luthiers sigue haciendo reír cuando cualquier mortal pensaría que la agrupación debería estar en un interminable duelo. Pero Les Luthiers y su vigencia son únicos en el mundo.
Por Javier Firpo - jfirpo@larazon.com.ar

Información de:
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